Una frase muy común y que preocupa mucho a mis pacientes que sufren de ansiedad es: “Lara, me siento agotado/a todo el día”. Y esto no es casualidad. La ansiedad y el cansancio tienen mucha relación. Por ello, en este artículo voy a intentar explicaros que hay detrás de ese cansancio por ansiedad.
En primer lugar, debemos entender cuándo la ansiedad deja de ser una respuesta adaptativa y funcional de nuestro cuerpo para pasar a ser algo que limita y condiciona nuestra vida.
Me gustaría explicároslo con una metáfora muy descriptiva para entenderlo de forma muy simple:
La metáfora del tigre
La ansiedad es como un cachorro de tigre que un día apareció en tu puerta. Al ser tan pequeño, no tuviste problema en darle algo de comida. De hecho, como era pequeñito, le dejaste entrar en casa. No tuviste problema en acoger a ese cachorrito. Pero, poco a poco, el cachorrito iba creciendo. Y cada vez pedía un poco más de comida. Tú seguiste dándole comida para que él no protestara y estuviera tranquilo. Pero ese cachorro dejó de serlo para empezar a convertirse en un tigre grande, que demandaba cada vez más comida. Llegó un momento en el que el tigre rugía fuerte cada vez que estaba hambriento. Se hizo tan grande y tan demandante que tu vida quedó supeditada a calmarlo.
Esto es lo que ocurre con la ansiedad. Empezamos haciendo un caso extremo a nuestras preocupaciones, y evitamos situaciones que nos generan ansiedad, y llega un punto en el que esa ansiedad es quien monopoliza nuestra vida.
Pero vamos por partes.
En primer lugar, he de deciros que la ansiedad es un mecanismo de alerta de nuestro cuerpo, basado en una de las emociones básicas: el miedo. Aunque el miedo tenga la función de protegernos, este puede activarse aunque no haya una amenaza real en el entorno. De hecho, la mayor parte de las preocupaciones que tenemos en el día a día no llegan a ocurrir realmente.
Para que nuestro cuerpo entre en ese estado de activación o alarma que supone la ansiedad, el sistema nervioso tiene que activarse. Más concretamente, nuestro sistema nervioso autónomo, que es el encargado de la activación de nuestro cuerpo a través de reacciones como la taquicardia, la sudoración, o la tensión muscular. Cuando se activa esta parte de nuestro sistema nervioso, también se segrega cortisol, que es la sustancia que comúnmente conocemos como “hormona del estrés”.
Existe todo un circuito (algo más complejo que el anterior resumen) que se despliega cuando tenemos ansiedad. Es como si ese circuito se activara para preparar al cuerpo para enfrentarse a esa supuesta amenaza. De hecho, en estos casos, ya no solo hablamos de una “activación”, sino de una sobre-activación. Esto quiere decir que el combustible de nuestro cuerpo ya no da para más, se satura, y aparece un cansancio extremo que limita nuestro desempeño en el día a día.
Lo que suele ocurrirnos en muchas ocasiones es que solo vemos el síntoma, y no lo que hay debajo de él.
Soluciones: ¿Qué puedo hacer si sufro ansiedad y cansancio?
Ahora bien, tratar de tapar el síntoma no va a hacer que este desaparezca si no ponemos atención en qué es lo que lo está generando. Es decir, por mucho que nos centremos en el cansancio, va a ser esencial que lo que trabajemos sea la ansiedad, dado que este cansancio es una consecuencia de la ansiedad.
Así, es importante que podamos trabajar en la ansiedad, de manera que no solo acabemos trabajando en ese cansancio, sino también en prevenir o intervenir en los síntomas que la ansiedad también haya podido generar.
Aunque existan formas de calmar nuestro sistema nervioso o herramientas para gestionar la ansiedad que podemos llevar a cabo de forma autónoma, lo ideal es trabajar la ansiedad en terapia. El trabajar la ansiedad en terapia es fundamental especialmente cuando ha llegado a ser intensa, duradera, y frecuente. Dado que es ahí cuando se vuelve limitante y generadora de mucho malestar e interferencia en el día a día.

